LA ESTÚPIDA VIOLENCIA DEL GRAFFITI

LA ESTÚPIDA VIOLENCIA DEL GRAFFITI

domingo, 30 de marzo de 2014

El puente romano de Mérida, víctima del grafiti

El conjunto arqueológico de Mérida, Patrimonio de la Humanidad desde 1993, es un bien irremplazable de la ciudad y, por tanto, es vital que su conservación se encuentre en buen estado. Sin embargo, todos los años es víctima de pintadas vandálicas que lo deterioran, como la aparecida hace un mes en un muro del puente romano en favor del aborto libre.
"Uno de los principales problemas del patrimonio histórico es el de los grafiteros. El contenido de las pintadas nos da igual, pero el hecho es que no se puede pintar", afirma el director del Consorcio de la Ciudad Monumental, Miguel Alba, quien asegura que eliminar un graffiti requiere de un trabajo meticuloso que incluye tiempo y recursos. "Las pintadas no son superficiales, sino que calan en la piedra, y con la lluvia se empapa y hay que esperar a que se seque", explica.
La eliminación de los restos de aerosol rosa y morado del puente, una tarea que realizan la restauradora del Consorcio y un operario, comenzó el pasado lunes y estará terminada al final de esta semana. "No sabemos quién ha sido, pero cuando las pintadas son de tipo protesta se entiende que responde a una persona mayor con poca formación", matiza Alba.
Para iniciar una intervención en el patrimonio se necesita un informe previo. En este sentido, Alba apunta que existen dos fórmulas de proceder en la limpieza, una más económica y rápida de tipo abrasivo, que supone un desgaste para el granito, y otra más costosa que se vale del uso de productos químicos.

Formación
Los monumentos más pintados son la Alcazaba, el puente romano, el acueducto de los milagros y el de San Lázaro. Por ello, y con el fin de evitar males mayores, desde el Consorcio se llevan a cabo diferentes programas formativos, como el que recibieron todas las fuerzas de seguridad de la ciudad "para que nos ayuden en la protección del patrimonio". Además hay otros dos proyectos: 'La escuela adopta un monumento', para que los jóvenes "sepan que el patrimonio es suyo y no deben agredirlo", y otro para los vecinos del entorno monumental, "para que avisen si ven deterioro".
Según Alba, el perfil habitual del grafitero con aerosol es el de un adolescente varón, de entre 14 y 18 años, que suele actuar en grupos de tres a cinco personas. "Existen determinados individuos sobre los que hay que operar, porque la mayoría de los jóvenes tiene formación y sabe lo que hace", subraya. No obstante, el problema es que todos los años se producen pintadas, y en el caso del entorno del Templo de Diana unas dos veces por año.
Cada vez que se produce una pintada el Consorcio lo denuncia a la policía, y si "pillase al grafitero", se configura un informe por parte del Consorcio para que "el juez sepa la valoración del tiempo y los productos necesarios que hacen falta para quitar esa pintada bien". Y es que pintar el patrimonio histórico "puede tener una sanción importante, aunque nosotros pedíamos que se hiciesen trabajos a la comunidad, como que las quitasen ellos". Para evitar el tener que llegar a la sanción, Alba apuesta por la educación y una idea: "El patrimonio es de todos".

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