Brunete
está en boca de todos. Sobre todo en lo que respecta al mundo del graffiti. La
responsabilidad recae en una campaña publicitaria que llena páginas de
periódicos y ocupa minutos televisivos. Se trata de la convocatoria simulada de
un concurso ficticio para aquellos 'graffiteros' de Brunete que quisieran
colaborar y disparar su 'arte' para lo que fue denominado como 'el Primer
Monumento a la Libertad de Expresión' de la localidad madrileña.
'Se
buscan grafiteros un proyecto educativo de la Facultad de Bellas Artes para
limpiar la imagen del grafitero". Así rezaba el anuncio radiofónico. El
premio, 300 euros, un cebo demasiado tentador para los presuntos artistas
callejeros de Brunete que en su mayoría -salvo alguna notable excepción
artística- manchan con firmas y garabatos las fachadas de comercios y los
bancos de las calle. Durante días resultó habitual ver carteles sobre el
concurso en los bares y locales comerciales de una localidad de 10.000
habitantes.
En
realidad todo resultaba ser una brillante estratagema municipal, liderada por
el Ayuntamiento de Brunete, y pensada y diseñada por la agencia publicitaria Mc
Cann, cuya colaboración con el consistorio brunetense se remonta a tres años
atrás. 'Treinta graffiteros se presentaron al concurso, de los cuales
seleccionamos a cinco' relata a Teinteresa.es Raquel Martínez, directora
creativa ejecutiva de la agencia. Cuál fue su sorpresa cuando comprobaron que
todo era una farsa. El objetivo del ayuntamiento, magistralmente planteado por
la campaña, pasaba por atraer hacia las dependencias municipales a los
principales artistas del spray que manchaban la ciudad con dibujos, casi todos,
de calidad más que dudosa. Después de caer en la trampa, tras mostrar fotos de
sus obras a un presunto jurado, les era comunicado que el premio de 300 euros
equivalía al trabajo social al que iban a dedicarse ahora para limpiar sus
propios graffitis.'Ni de coña', fue la respuesta inmediata más agradable,
aunque después casi todos se decidieron por la limpieza frente a la multa.
'Nos
gustan las campañas que versan sobre problemas comunes a las pequeñas y grandes
ciudades', comenta Martínez que insiste en que esta campaña gira sobre el
'civismo'. Con el concurso imaginario, Mc Cann buscaba dirigir y enfocar la
campaña 'no a todo el mundo' sino 'al infractor, 'aquellos que no se enteran
del buen uso de la libertad de expresión'. 'Pintarajear lunas de comercios o
hacer firmas 'guarreras' en los bancos
del parque no es arte', bromea en serio Raquel Martínez.
Con
esta idea, si bien dirigida concretamente a un puñado de graffiteros incivicos,
'lo que buscamos es asimismo viralizar y concienciar a todo el mundo', asegura
la directora creativa ejecutiva de la gran agencia publicitaria. 'No hablamos
de ninguna caza de brujas, al contrario, es una campaña simpatica y respetuosa
que pretende demostrar que cualquiera que se compra un spray no es un
graffitero', apunta Martínez, que insiste en que hay auténticas obras de arte
pintadas en murales públicos. No era el caso de Brunete.
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