BORJA BERGARECHE / LONDRES
En los meses anteriores a los Juegos Olímpicos del verano pasado, Scotland Yard realizó varios arrestos preventivos muy criticados por ciertos colectivos. Las redadas preolimpiadas incluyeron la detención a primeros de julio de cuatro grafiteros, incluido Darren Cullen, de 38 años, conocido por haber tenido a grandes empresas como Adidas entre los clientes de su «arte callejero». Les impidieron acercarse a una milla de las sedes olímpicas, les restringieron el uso del transporte público y les prohibieron estar en posesión de pintura de spray o de marcadores.
El grafiti es ilegal en Inglaterra y puede ser perseguido como un delito. Según la estimación contenida en un reciente informe de la asamblea del área metropolitana de Londres, el coste anual del grafiti en la capital es superior a cien millones de libras (117 millones de euros). A cada distrito le cuesta unos 240.000 euros de media, mientras que la factura de limpieza y reparaciones de la autoridad de transporte de la capital creció un 40% en 2012 con respecto al año pasado. «El grafiti acarrea un coste inaceptable para los londinenses», concluye el informe de octubre pasado.
El grafiti en su dimensión de arte callejero es una presencia permanente en ciertos barrios, especialmente en el este de Londres. En zonas como Shoreditch o Bricklane, destino del turismo más juvenil o alternativo, los tours guiados para ver los distintos murales y obras de «street art» forman parte de lo más demandados entre los visitantes. En las paredes de sus calles, y en las de otras zonas de la ciudad, comenzó sus andaduras Banksy. Ahora, un mural sobre el trabajo infantil arrancado de una pared del barrio de Haringey podría llegar a alcanzar el medio millón de euros cuando se subaste en junio.
El distrito de Hackney, por ejemplo, que alberga algunas de las zonas de mayor concentración de graffiti, persigue con una multa de cien libras (117 euros) a los individuos que cometan «vandalismo con grafiti», y recurren a los tribunales en casos de reincidencia.
El ayuntamiento de la capital realiza operaciones de limpieza desde hace 7 años, y es habitual que la policía pida colaboración ciudadana para identificar y perseguir a grafiteros. Así, durante 2011 persiguieron al responsable de la firma «Zerx», a quien consideraban responsable de «más de un millón de libras en daños».
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